jueves, 9 de septiembre de 2010

Gustavo Ponce

Me duele sobremanera la muerte de Gustavo Ponce, un ser extraordinariamente bueno, brillante, en fin, sabio.

Allí se llevaba, iluminado, aplicando la teoría del caos hasta en la basura. Era un centroamericano hasta la médula, morazanista y resistente. Era resistencia pura, en realidad, desde que el golpe de Estado lo afectó hasta la muerte. Siendo de origen guatemalteco, salvadoreño, nicaragüense y hondureño, sufrió con estoicismo la tragedia de Centroamérica y, en particular, la de Honduras.

Allí se llevaba con los muchachos contando y ordenando estrellas en el firmamento; era un astrónomo que nunca se quedó morando en las nubes, pues siempre tuvo tiempo de caminar, tomado de la mano con la patria de las desposeídos, a la manera de Otto René Castillo.

Allí se llevaba con Waldina Mejía tejiendo versos, hasta que la muerte lo sorprendió en un amanecer tañido de lloviznas. Allí se llevaba Gustavo, jugando a las escondidas con el dolor, pues nunca abandonó el optimismo que aprendió, desde niño, en el rubor verde de los jícaros.

Era un hombre que destilaba bondad por sus poros, tanta que no soportaba ver la perversidad anidarse en el puño despiadado de aquellos malones que nos robaron el país. Nunca le negó una sonrisa a nadie, allí se llevaba riéndose hasta de la muerte que se lo llevó. Duele que se muera un hombre bueno como Gustavo. Con su muerte, Centroamérica pierde a un hombre inteligente, por eso duele.

Gustavo valía más, mucho más, que toda la canalla que hoy nos desgobierna. Por eso duele la muerte de este hombre sabio de la Resistencia. Duele....



Poeta Oscar Amaya

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