domingo, 21 de noviembre de 2010

Análisis de coyuntura, 20 de noviembre, AenR

¿CONTRA QUÉ APUNTA LA LEY ANTITERRORISTA DE OSCAR ALVAREZ?



Bajo el más estricto secreto se aprobó esta semana la nueva ley

antiterrorista propuesta por el Ministro de seguridad Oscar Álvarez

Guerrero. Álvarez entregó el Proyecto de la Ley al Congreso Nacional

la noche del pasado 7 de noviembre argumentando que “fondos para

grupos subversivos entran como remesas o a través de ONG” y haciendo

la amenaza, según indican la nota de la Red Morazánica de Información,

de sanciones drásticas para el país por parte de organismos de las

Naciones Unidas si no se aprobaba dicha legislación.



Desconocemos aún el texto de la ley o el número de artículos de código

penal que vendría a modificar, se menciona sí que vendrá a fiscalizar

las remesas, donaciones, ayudas solidarias de ONG´s y demás aportes

económicos para las organizaciones que el gobierno de Lobo Sosa o el

Departamento de Estado Norteamericano podría incluir en la lista de

asociaciones ilícitas terroristas.



A partir de esa calificación, el Estado hondureño estará habilitado

para perseguir y procesar, con ley en mano, a cualquier organización

política o social que se manifieste o que financie manifestaciones en

contra de las acciones del gobierno o que pretenda ejercer presión

sobre sus organismos. La Ley Álvarez es un instrumento estratégico

para la criminalización de la protesta social.



Viendo lo que han sido las acciones del gobierno en los últimos meses,

debemos recordar acá los problemas sociales que heredará Porfirio Lobo

Sosa después de la tregua no declarada de las fiestas de fin de año:

Eliminación del Estatuto del Docente, Eliminación del código del

trabajo, Eliminación del derecho a huelga y sindicalizarse, Anulación

del acuerdo firmado con MUCA en relación a las tierras del bajo Aguán,

Concesión de todos los ríos aptos para la explotación Hidroeléctrica a

compañías nacionales y transnacionales, Privatización de empresas del

estado como la ENEE, SANAA, HONDUTEL, privatización de la UNAH,

Privatización del Seguro Social, Devaluación del Lempira, Crisis

Alimentaria, Aumento en el precio de la Gasolina, aumento del

desempleo, más impuestos, etc.

La nueva “ley Álvarez” llega luego de la masacre de 5 campesinos a

manos de paramilitares en los campos agrícolas del bajo Aguán que

vienen a sumarse a los casi un centenar de masacrados –por razones aún

no esclarecidas- de los últimos dos meses: 15 en el campo de futbol de

la Rivera Hernández, 18 en la zapatería de Cabañitas, 7 en Catacamas,

mas muchxs otrxs que aparecen diariamente en pequeños números de 2, 3,

4, 5.



Pero seamos realistas. Nuestros políticos jamás han sido capaces de

crear algo nuevo. Nuestras leyes siempre han sido copy-paste de otras

leyes que a su vez han sido copias de otras. Y en materia de leyes en

contra del terrorismo el camino a seguir es claro para saber de dónde

proviene su creación.



Es obvio que en el caso de Honduras dicha legislación tiene un tinte

político que nos involucra directamente al FNRP. Pero también tiene un

interés transnacional. Sabemos que nuestros legisladores son incapaces

de inventar un concepto nuevo y menos en materia de Terrorismo,

¿quiénes son terroristas?, ¿cuáles son los actos terroristas? y ¿qué

es una organización terrorista? Y por incapacidad creativa, estamos

seguros se han usado la definición que Estados Unidos estableció a

través de las Naciones Unidas.



Para saber de dónde viene la nueva ley antiterrorista o Ley Alvarez,

veamos primero que es El GAFI (Grupo de Acción Financiera

Internacional) Este es un organismo supranacional creado en 1989 en

París, en la Reunión Cumbre del Grupo de los 7 (países más poderosos

del mundo). Su objetivo es el de “orientar” a los países del mundo en

materia de persecución de financiamiento de organizaciones

terroristas. Para los países que no sigan las indicaciones del GAFI y

legislen en materia de financiamiento del terrorismo según las normas

internacionales, se prevé dos sanciones:



1. declarar públicamente que los países deben tener cuidado con

realizar operaciones financieras que provengan o sean destinadas a

esos países.



2. La expulsión del país del seno de dicho grupo o la implementación

de sanciones económicas.



Los acuerdos del GAFI, como todos los relacionados a la materia de

seguridad en Naciones Unidas, son vinculantes para todos los países de

la ONU y Honduras no es la excepción.



El GAFI ha presionado a todos los países de la región para aprobar

leyes similares, basta seguir una pequeña búsqueda en la red para

conocer de las desconfianzas que han creado leyes similares en el

continente, como la ley antiterrorista aplicada contra el pueblo

Mapuche en Chile. Buscan no el control del movimiento de activos para

fines “terroristas”, sino controlar las organizaciones populares y

políticas que, en abierta oposición a los intereses de las

transnacionales reaccionen en contra de la nueva fase del neo

liberalismo.

Estados Unidos es quien acuñó el termino de Terrorismo en las Naciones

Unidas y es, quien con la doctrina Bush de ataque preventivo ha

llevado la pauta de la materia.

La ley antiterrorista de 1996 sancionada por la casa Blanca definió

como un atentado en contra de la seguridad nacional –hablando de los

Estados Unidos- aquellas acciones que se ejercen en contra de su

seguridad interna e intereses económicos de Estados Unidos.

Para América Latina, el brazo colonial de los Estados Unidos es el

Fondo Monetario Internacional. Es desde allí de donde vienen los

cambios de legislación que disciplinadamente implementa el Congreso

Nacional en contra de los intereses del pueblo hondureño.



Pero el FMI tiene además un agregado que ofrece a sus países miembros.

Entre los servicios que brinda el Departamento Jurídico del Fondo

Monetario Internacional está la de “orientar” a los países miembros

para elaborar leyes que repriman el financiamiento del terrorismo.

Para ello, el FMI ha elaborado un manual que “instruye” los países

sobre cómo redactar leyes antiterroristas.



La Ley Álvarez, apunta en contra del delito de financiamiento del

terrorismo. Este delito, es un delito de intención, pues la

persecución penal se inicia no solo si el hecho se comete, sino en la

“intención y la “finalidad, aunque el acto que se pretendía

financiarse no se consume”.



Se penaliza la asociación y no el supuesto acto delictivo. La figura

de “asociación ilícita” es la lógica a usar en este caso. La misma

definición que utilizó la administración Maduro para perseguir a los

miembros de maras y pandillas, esta vez, para proteger los intereses

de las compañías transnacionales y del gobierno de los Estados Unidos.





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